lunes, 11 de agosto de 2025

1966 (XVII)

Donovan había conseguido una buena posición en muy poco tiempo: es la primera figura realmente popular del nuevo folk británico, y su influencia ya se deja sentir en la Isla. En cuanto a su molesta “deuda” con Bob Dylan, hay que reconocer que se va amortizando poco a poco, gracias sobre todo a la estructura jazzy que muestra en algunas de sus composiciones más recientes, y en general a su tendencia a los arreglos originales. Sin embargo esa tendencia no era siempre bien vista por su manager ni por el sello PYE, más partidarios del folk de autor precisamente al estilo Dylan, que en lo económico estaba funcionando muy bien. Ante esa situación, a finales de 1965 nuestro amigo rompe sus lazos contractuales tanto con su manager como con el sello, para dirigir su carrera con mayor autonomía. Curiosamente Ashely Kozack, su nuevo manager, viene del mundo del jazz: fue bajista en varias orquestas e incluso llegó a tener su propio cuarteto antes de pasar a formar parte del staff de Brian Epstein. Y a través de Kozack llega Mickie Most, a quien ya hemos visto aquí trabajando como productor para los Animals (su cartera de clientes se está haciendo deslumbrante). 

La parte mala de esta historia es que la ruptura con PYE no se hizo correctamente, y eso originará una larga disputa legal. Donovan ha firmado con Columbia, que publicará sus canciones bajo el subsello Epic; pero en PYE no están dispuestos a ponerle las cosas fáciles, y como consecuencia va a haber una época en la que tanto los singles como los Lps tendrán contenidos o fechas de publicación distintos en unos u otros países (entre otras cosas, porque PYE consigue retener los derechos de publicación en la Isla hasta la próxima década). De ese modo, resulta que su discografía estadounidense en el año 1966 -uno de los mejores de su carrera- es más nutrida que la isleña, así que por esta vez me saltaré una de mis normas y voy a seguir preferentemente ese hilo. A través de Kozack (recuerden, un directivo de Epstein), los estudios de EMI en Abbey Road acogerán las primeras grabaciones en esta nueva época, que comienzan a mediados de diciembre del 65. 

El primer single del nuevo año es “Sunshine superman / The trip”, que Epic lanza en verano en varios países (España incluida) pero que no llegará a la Isla hasta finales de diciembre. Aquí se confirma definitivamente que Donovan ya no es un cantautor folkie al uso, tanto en ritmo y melodía como en el acompañamiento instrumental, pero que también conviene no fijarse mucho en las letras. Él será el primer representante notorio del flower power en Europa, y esa es un arma de doble filo: en lo musical funciona muy bien, porque esa estructura cercana al folk blues con retazos jazz, todo ello bien provisto de una sólida envoltura pop, es una marca de la casa que con frecuencia se hace irresistible. Pero las cosas que dice, esa sucesión de clichés hippies, dan un poco de grima. Así que teniendo esto en cuenta, siendo benevolentes con su “filosofía”, reconozcamos que la cara A es un magnífico ejemplo de su estilo y que la B es mejor aún, más cercana al r&b y con ese lujo de acompañantes que lo hacen todo más fácil. Porque, entre otros, ahí están Jimmy Page y John Paul Jones, futuros zepelines, que ya son por entonces dos sólidos músicos de estudio; o John Cameron, uno de los mejores arreglistas de la Isla y que luego militará en los CCS junto a Alexis Korner. Así que no hay nada que objetar: este single es un número uno en las listas estadounidenses y no bajara luego del top tres en las británicas. Hasta en España se oía con frecuencia en la radio.


Casi a continuación Epic lanza el tercer disco grande, grabado entre la Isla y California, de nuevo con Superman en el título y conteniendo las dos canciones del single. El espíritu hippie impregna el conjunto de estas canciones y seguirá haciéndolo en la mayor parte de la carrera de Donovan, para bien y para mal. Uno de los instrumentos protagonistas es el sitar, que corre a cargo de Shawn Phillips: por entonces colaboraba frecuentemente con Donovan y con el tiempo se convertirá en una de las leyendas vivientes más infravaloradas del negocio. También la presencia del buzuki griego da otra nota de exotismo que hace muy personal a esta obra. La suma de todo ello hace de este disco no solamente uno de los primeros en la historia de la psicodelia británica, sino también en una referencia inevitable para un buen puñado de músicos primerizos que pronto intentarán seguir ese camino (con escaso éxito, todo hay que decirlo). De todos modos, a pesar del tono general, la mayor parte de las canciones tienen su propio espíritu: hay algunas baladas casi orquestales como “Legend of a girl child Linda” o “Celeste” que coexisten con el exotismo casi hindú de “Three King fishers” o “The fat angel”. Pero no cabe duda de que la estrella del disco es claramente la inolvidable “The season of the wich”, una de las obras cumbres de Donovan: se trata de una especie de blues psicodélico con un tempo muy particular y un fraseo de guitarra admirable a pesar de su aparente sencillez, y acabó siendo una estándar con varias versiones. Es el broche de oro para una colección de canciones un tanto irregular pero que rozó el top 10 en Estados Unidos. En la Isla hubo que recurrir a la importación, ya que el lío contractual sigue vigente.


No pasa ni un mes hasta que se publica un nuevo single: “Mellow yellow” / “Sunny South Kensington”. La primera es una especie de canción festiva, con un inequívoco tono blues folkie pero muy popero, que ni siquiera había pensado en publicar; pero Most siempre supo detectar un éxito comercial cuando lo tenía delante, y acertó. No es que sea una joya, pero tiene su gracia. En cuanto a la cara B, la cosa mejora bastante a pesar de que también tiene gancho: escrita como homenaje a una de las zonas de más encanto en el Londres de aquella época, es otro de esos curiosos brebajes tan típicos de este muchacho, entre folk, pop, psicodelia y de nuevo un vago tono blues junto a unos arreglos y un variado juego de instrumentos (piano, órgano, sitar…) que la hacen entrañable. Una vez más este single casi llega al número uno… en Estados Unidos. Y también una vez más, para publicarse en la Isla todavía falta un rato.

 

Así pues Donovan es ya una de las grandes referencias, tanto de la psicodelia y el mundo hippie como del Swinging London, cuando este año termina. Tal popularidad también le cuesta algún disgusto, como el hecho de ser una de las primeras personalidades del mundillo pop que visita la cárcel por su afición a las substancias psicotrópicas, pero fue una visita bastante fugaz (y no se puede tener todo). Y cuando lleguemos al 67 volverá a este bar, como es lógico.

viernes, 1 de agosto de 2025

1966 (XVI)

La actualización del folk que había emprendido Bob Dylan en su país se convirtió muy pronto en una de las grandes tendencias musicales de la década. Lo cual es lógico, ya que además de su enorme gancho popular es una excelente manera de comenzar un aprendizaje: a partir de una mínima destreza técnica con algún instrumento (o una buena voz), el amplísimo repertorio, acumulado durante siglos, proporciona el material suficiente para ir cogiendo soltura. Y esa soltura puede ir alentando una capacidad creativa o una excelente habilidad para hacer versiones. Como era de esperar, un país con la tradición folclórica de la Isla ya tenía algunas figuras muy reconocibles por entonces, como Shirley Collins (la “madre” del nuevo folk isleño) o Ewan MacColl, a quien, con los matices que se quiera, podría considerarse como una especie de Woody Guthrie británico. Y con el empujón definitivo de Dylan pronto comienzan a surgir nuevos valores, de los cuales el primer destacado es el escocés Donovan Leitch, mucho más conocido por su nombre a secas. 

Donovan, nacido en un entorno familiar de grandes aficionados al folk, comienza a practicar con la guitarra acústica y la armónica en su primera adolescencia. En 1964, con dieciocho años, su nombre ya se ha hecho conocido en esos círculos, y a principios del año siguiente consigue su primer contrato discográfico con la PYE. Para entonces, además de las influencias tradicionales como las de los dos isleños antes citados, destaca evidentemente la de Dylan, incluso en el tono de voz. A tal grado llega esa influencia que tanto en la Isla como poco después en Estados Unidos, comienza a ser conocido como “el Bob Dylan británico”; lo cual tal vez sea un aceptable reclamo publicitario, pero pronto se convertirá en una carga (y algunos comentarios equívocos del propio Dylan tampoco ayudaron). En cualquier caso, su debut discográfico ya es un éxito: se trata del single que contiene “Catch the wind”, un top 5 de composición propia aunque es verdad que le debe algo a “Chimes of freedom”. No se puede negar la influencia de don Roberto, pero también es verdad que hay un dulce trasfondo en la melodía, un vago tono pop que será una de sus notas distintivas. Tan solo tres meses después llega “Colours”, también obra suya, un nuevo top 5 que confirma las características básicas de esta primera época: es Dylan, pero no tanto. Y parece evidente que en la Isla hay un fuerte deseo por tener a un Dylan propio.


Pocos días antes se había publicado “What's bin did and what's bin hid”, su primer LP, que llega rápidamente al top 3 aprovechando el rebufo de aquel segundo single. Con ese hecho ya no queda duda de que Donovan, a pesar del sambenito de su “deuda dylaniana”, es una figura al alza. Hay un buen equilibrio entre piezas propias y versiones, o recreaciones: junto a una remozada “Catch the wind”, se distingue su relativa inclinación hacia al folk pop ya en el arranque con “Josie”, con la que comparte algunas características. Los rasgos de personalidad propia ya se ven en piezas como “Cuttin’ out”, cuya estructura por momentos tiene influencias jazzy, o en cómo lleva la inesperada “Remember The Alamo” casi hasta terrenos blues; por no hablar de ese blues pop en el que queda convertida la clásica “You’re gonna need somebody on your bond”. Ah, y la instrumental “Tangerine puppet” puede parecer un pequeño divertimento, pero siento debilidad por ella. No tanto por “Donna donna”, una pieza del folclore judío que nunca me ha llamado la atención, pero que defiende bastante bien. Destaca también su enfoque de “Car car song” de Guthrie o “Goldwatch blues” de Mick Softley (que este no publicará hasta 1971). En conjunto, reconociendo un evidente influjo no solo de Dylan sino de la mayoría de los cantautores estadounidenses de la época, creo que este debut es tan honrado como refrescante. Incluso se puede aceptar que haya una cierta parte de “reivindicación patriótica isleña” en esa cifra de ventas tan alta.


El sello PYE trata de rentabilizar al máximo la cifra de ventas que está consiguiendo su nueva estrella, y a mediados de agosto lanza un EP con tres versiones y una original. Le asigna el título genérico de “Universal soldier” tomándolo de una pieza compuesta por Buffy Sainte-Marie que ya era un runrún en el mundillo folkie de la época y que es también la que abre este Ep. Donovan se ciñe totalmente a la línea melódica original, pero mejora mucho el acompañamiento con la guitarra; de hecho, a estas alturas su técnica como guitarrista comienza a ser notable. Pasa lo mismo con “Do you hear me now”, de Bert Jansch, que abre la cara B y en la que de nuevo su gran contribución es el uso de ese instrumento. La única original es “Ballad of a crystal man”, en la que se ciñe al estándar folkie tanto en su estilo vocal como el modo de emparejar las cuerdas con la armónica. La cuarta es otra versión: recurriendo de nuevo al repertorio de Mick Softley, Donovan reproduce con quizá demasiada fidelidad “The war drags on” aunque de nuevo demostrando su dominio de la guitarra. En conjunto y a pesar de que se trata de un trabajo discreto, este artefacto superó el top 10 y fue bastante popular en las emisoras piratas. Por último, mientras se prepara el segundo Lp, llega el último single de este año con “Turquoise” en la cara A y “ Hey gyp (Dig the slowness” en la B, ambas originales. Son además dos dedicatorias: la primera es una bonita canción en honor a Joan Baez (que más tarde ella interpretaría también); pero yo prefiero la otra, dedicada a su amigo el escultor Gyp Mills, en la que ya se ve a un músico que comienza a demostrar un carácter propio, con gusto por escalas y arreglos inusuales, haciendo cruces entre estilos más allá del folk convencional.


En octubre se publica “Fairytale”, su segundo Lp, donde Donovan sigue buscando un perfil que lo distancie de Dylan y en general de todos los referentes de los que ha partido, aun cuando sigue habiendo momentos bastante “tradicionalistas”, por decirlo así: es el caso de “To try for the sun”, por ejemplo. Aumenta el número de piezas propias, incluyendo “Colours” y “The ballad of a crystal man” (esta con nuevos arreglos). El nuevo sesgo de su carrera queda simbolizado en “Sunny Goodge Stret”, un brillante desarrollo jazzy, la mejor canción de este disco; pero incluso en las piezas folkies tiene un estilo más personal, como sucede con “Summer day reflection song” o “Belated forgiveness plea”. De las versiones destaca “Oh deed I do”, de nuevo recurriendo a Bert Jansch, con quien guarda cierto parecido tanto en la voz como en su técnica con la guitarra. En conjunto este disco, sin llegar a la brillantez del primero, es una magnífica continuación aunque hay algo en lo que nunca llegará a la altura de Dylan: las letras. Las del estadounidense gustarán más o menos, e incluso a veces se le puede tachar de ser demasiado críptico, pero casi siempre son sólidas, mientras que Donovan con frecuencia bordea el exceso de “hippismo”, las rimas un tanto insustanciales. Pronto quedará claro que es mucho mejor músico que poeta, pero en cualquier caso las ventas bajaron significativamente. Poco después dará un giro a su carrera cambiando de manager y productor, lo cual entre otras cosas significará también un nuevo sello discográfico.

 
Y con esto termina el año 65 para nuestro amigo Donovan. Pero teniendo en cuenta dos factores primarios que son: a) su importancia en el folk rock isleño y b) mi proverbial tendencia a enrollarme y aburrir a las ovejas, creo que lo mejor será dejar pasar unos días antes de entrar en el año siguiente.

viernes, 25 de julio de 2025

Teaser album ''Giririg'' 2025



Lamento informarles de que a un buen amigo mío le ha salido una hija titiritera: como es lógico, la familia está consternada. Sin embargo, la vida sigue. Y lo menos que los amigos podemos hacer es apoyarla en este duro trance, así que les pondré a ustedes en antecedentes: 

Dentro de unos días se presentará en Bandcamp el primer disco de un dúo galaicoitaliano cuyo nombre es Taranteira y que, como ellos dicen, se dedica a interpretar “folk-confusión inspirado en la música tradicional de Galicia, Italia, Francia y mucho más”. El italiano es Emanuele Franceschini y la gallega se hace llamar Nana Del Hue; pero yo seguiré llamándole Anita, como siempre he hecho, le guste o no. 

Y eso es lo que hay. Puro folk para gente moderna. ¿Lo son ustedes?